Héctor Francesch (La Coruña, 1977) pertenece a esta generación que disfrutó durante su infancia de los frutos del desarrollismo, la misma generación que entra ahora en la treintena tras haber sido clasificada como JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados) y, ahora, cómo “mileuristas”. La sociedad actual ha condenado a los miembros de nuestra generación mejor preparada a una vida de hipotecas leoninas, trabajos precarios y escapismo comunista. No es de extrañar, pues, que muchos se refugien en las luminosas y coloridas imágenes de los juguetes (especialmente los clics de Famobil), héroes del cómic y el cine como Superman; y los diversos delicatesens del presente y de su infancia (los Sugus y el Colacao). Pero Francesch no se limita a utilizar estos y otros iconos para escapar de la realidad, pues los combina con otros precedentes del mundo del arte, la publicidad y los medios de comunicación, o los sitúa en contextos inquietantes que hacen referencia al sexo o a la muerte. Fruto de todo esto han sido sus exposiciones Knocking on heaven´s door, Come Fly with me, Puro y Duro, Al rojo vivo o Revolución Francesch. Así, en esta muestra de la Galería Hartmann podemos apreciar sus obras más recientes. Consigue enriquecer su vocabulario con respecto a sus primeras obras, añadiendo a su imaginario nuevos iconos. Con su propio estilo hay evidentes reminiscencias de los artistas pop, (y quizás en particular de Keith Haring), Francesch ha logrado crear una iconografía de estilo perfectamente identificable. Brillantes e irónicas pero al mismo tiempo líricas y nostálgicas, estas obras recrean el lenguaje de Héctor Francesch.